Entrevista por tratamientos incontinencia urinaria

Incontinencia urinaria: grados, tratamientos y cómo prevenirla

Ion Madina acudió al programa de la ETB2 «¡Qué me estás contando!» donde habló de la incontinencia urinaria y de que existen tecnologías que mejoran la calidad de vida de las personas que la sufren.

La incontinencia tiene tratamiento, existen soluciones con tecnologías que van avanzando a pasos agigantados, así que invitamos a las mujeres —y a los hombres—, a que acundan a las consultas y consulten su problema.

 

P. Hoy hablamos de un problema real, auténtico, ¿a cuánta gente afecta la incontinencia?

R. Por desgracia la sufren muchos millones de personas en el mundo, 3 cuartas partes son mujeres. En el caso de los hombres, normalmente se trata de casos relacionados con los tratamientos que realizamos contra el cáncer de próstata. En la mujer, nos encontramos con que la sufren un 10% de las menores de 45 años, un 25% entre las de 45 y 65 años y un 70% en las mayores de 75 años.

P. Cuando hablamos de incontinencia urinaria hablamos siempre de los mismo o hay diferentes problemas

R. Hay diferentes niveles. Hay mujeres que sufren incontinencias al toser o al correr, y hay otras que sufren pérdidas constantes, con lo cual hay grados diferentes. Podemos hablar de 3 tipos de incontinencia: de esfuerzo, de urgencia y una combinación de los 2, y en cada caso se realiza un tratamiento diferente. La incontinencia de esfuerzo —que es la que más se da—, la encontramos en algunas mujeres que, después del parto, por fallo del esfínter, del suelo pélvico, a nada que anden, tosan, rían, sufren una pérdida. Este tipo de incontinencia va avanzando progresivamente con la edad. El segundo tipo, la incontinencia de urgencia, también llamado de hiperactividad, consiste en un trastorno de la vejiga; aún teniendo relativamente bien el enfínter y el suelo pélvico, podríamos decir que es como que se vuelve loca la vejiga y genera momentos de apremio: al llegar a casa, en el ascensor, sacando las llaves, entran las ganas de orinar y no se pueden frenar antes de llegar al baño, generando una pérdida urinaria. Como decía, son dos tipos diferentes con tratamientos totalmente diferentes.

P. ¿Existe alguna forma de prevenirlo?

R. De una forma general podríamos hablar de evitar el sobrepeso, ya que el aumento de la presión abdominal va a ejercitar mayor presión sobre las vísceras y el suelo pélvico. Se debería evitar el estreñimiento, las bebidas alcohólicas, bebidas con mucha cafeína o con mucha teína —que van a alterar a la vegija—, comidas que generen mucha diuresis o mucha orina —como las alcachofas, el calabacín, las uvas—. En cuanto a los ejercicios de impacto, como correr, saltar, o realizar ejercicios con mucha presión abdominal, cuando hablamos de suelo pélvico, no son buenos. Esto no significa que la mujer o el hombre no deban correr pero sí que son ejercicios que van en contra del mecanismo de sujeción.

P. Además de todo lo que podemos hacer previniendo, disponéis de técnicas para evitar la incontinencia

R. Sí. En estos momentos disponemos de 2 tecnologías diferenciadas, con las que, combinando las 2, conseguimos mejorar muchísimo la eficacia en mejorar la incontinencia. Por una parte, tenemos la tecnología de estímulo eléctrico. Esta tecnología emite un estímulo eléctrico que impacta en el suelo pélvico y lo refuerza. La mujer va a notar como un hormigueo que va a ir aumentando en intensidad y equivale a 11.200 ejercicios Kegel en una sesión de 28 minutos exactos. El tratamiento consiste en 6 sesiones, repartidas en 2 sesiones por semana, con lo que en 3 semanas se ha completado el tratamiento. La tecnología que complementa a esta, es  la tecnología Láser. Vamos a conseguir emitir impactos de láser sobre toda la mucosa vaginal. Estos impactos van a hacer que el colágeno —que es lo que genera el tensado de los tejidos—, aumente, con lo que aumentamos la tensión vaginal y generamos la reparación de los mecanismos de incontinencia. Tenemos que incidir en que ninguno de los 2 tratamientos es doloroso. Con las tecnologías combinadas, la mejoría en la calidad de vida de las pacientes aumenta el 90% de los casos, y conseguimos que en un 70% de las pacientes desaparezcan las pérdidas completamente, cifras muy importantes comparadas con la cirugía.

P. Por lo que vemos, parece que un porcentaje pequeño de los casos de incontinencia acuden a consulta

R. Sí, por desgracia vemos que sólamente un 25% de las mujeres que sufren incontinencia acuden a la consulta. Vemos que acuden las mujeres que tienen una pérdida ya severa y las que se asocian a vejigas caídas, es decir, casos en los que es evidente que hay un problema. Pero en cambio, parece que estamos dando como normal las incontinencias que se pueden dar al correr o al andar y donde se acude al mundo de las compresas, cuando estamos viendo que hay tecnologías que ofrecen posibilidades de mejora y de subsanación. Como mensaje final: la incontinencia tiene tratamiento, existen soluciones con tecnologías que van avanzando a pasos agigantados, así que invitamos a las mujeres —y a los hombres—, a que acundan a las consultas y consulten su problema.